Rodolfo Aguirrebeña Bocanegra
65 años han pasado desde que, Alfonso Aguirrebeña Carnicero y Cristina Bocanegra Martínez tomaron la difícil decisión de migrar a las Américas junto a sus dos hijos, Rodolfo y Josefina. Dejaron familiares, afectos, amigos y a su querido San Andrés de Cameros para emprender una aventura con futuro desconocido, en un continente del cual sólo habían escuchado experiencias de vecinos e historias de oportunidades, prosperidad y bienaventuranzas.
Es así como Rodolfo Aguirrebeña Bocanegra, dejó su tierra riojana natal con apenas 5 años. Luego de más de un mes de travesía por el océano, la familia llega a Chile, con destino a la Hacienda San Pablo, en la comuna de Puyehue,que era de propiedad de riojanos oriundos de Villoslada
Fue así como, entre el campo y la ciudad de Osorno, esta familia se establece y lleva adelante la vida de inmigrantes. Rodolfo y su hermanos fueron al colegio y estuvieron internos en la Alianza Francesa de Osorno. Años más tarde nacería en Chile un tercer hermano, Alfonso José.
Alfonso y Cristina sólo regresaron a España una vez. El tiempo, la vida, las circunstancias y la noticia de que San Andrés sería inundado, les fueron quitando la ilusión de volver por temor a encontrarse con una realidad demasiado diferente a la de sus añoranzas.
A través de sus padres, Rodolfo fue testigo del sufrimiento silencioso del migrante que se hace viejo y muere lejos de su tierra; de las fechas especiales sumidas en el silencio, con la mente viajando hacia a otras latitudes; las llamadas telefónicas en que las palabras no pueden salir a causa de la emoción y el llanto; El recibir, con retraso, la noticia de la partida de uno y otro familar a los que hacía mucho años habían dejado de ver…
Por distintas razones, el contacto entre Rodolfo y sus familiares riojanos se perdió por muchos años. Más de medio siglo después, su hija Constanza sería la primera persona de la descendencia chilena de Alfonso y Cristina, en volver a pisar tierra riojana a través del programa Volver a las Raíces. Tras este primer encuentro, la comunicación se restableció y Rodolfo y su hermana Josefina regresaron a San Andrés, se reencontraron con la familia y ahora están en permanente contacto gracias a internet y a las redes sociales.
Desde la niñez , Rodolfo demostró especial interés por las truchas que abundaban en los ríos, de la que fue su primera casa en Chile, la Hacienda San Pablo. Cuando terminó el colegio, se fue a Santiago a estudiar Medicina Veterinaria a la Universidad de Chile. Se convirtió de esta manera, en el primer Aguirrebeña profesional de la familia y en el gran orgullo de su padre Alfonso y su madre Cristina.
Su interés por el mar, el buceo, la pesca y la vida submarina marcó también sus años universitarios y el objeto de estudio de su tésis profesional. Recién egresado, se traslada a vivir a Coyhaique, contratado por el Servicio Agrícola Ganadero, para participar en el inédito programa JICA, financiado por el gobierno japonés, que estudió la posibilidad de introducir truchas en los ríos de la región de Aysén.
De esta manera, Rodolfo aportó conocimiento e investigación, desde los inicios del desarollo salmonero en Chile. Entre las muchas especializaciones y estudios que realizó, se destaca que vivió en Japón por espació de un año, donde aprendió acerca del cultivo controlado de esta especie de peces, conocimientos que después replicaría en el país.
Dedicó así gran parte de su vida profesional al estudio de la salud de peces en empresas salmoneras. Es así como Chile debe estar agradecido de este riojano por ser pionero y un gran aporte para esta industria que actualmente es motor de desarrollo en el sur austral del país, que emplea a miles de personas y que representa la segunda mayor exportación de Chile después del cobre.
Rodolfo se estableció en Puerto Varas, ciudad en la que vive hasta la fecha con su esposa Frida. Tiene 3 hijos y 7 nietos.